Castañas envueltas en un cucurucho y las castañeras en la calle. Panellets en los aparadores de las pastelerías y boniatos calentitos. En la mesa, un buen vaso de moscatel. La castañada es la fiesta popular más típica del otoño en Cataluña. Se celebra el día de Todos los Santos.
Se cuenta que allá por el siglo XVIII, por tal de recordar a los lugareños la necesidad de orar por los difuntos, durante la vigilia de Todos los Santos se tocaban las campanas de todas las parroquias y conventos. Por ello, el campanero necesitaba mucha energía para soportar el esfuerzo. Al ser la castaña el fruto más abundante del otoño, los campaneros la tomaban, acompañadas de vino blanco, para hacerlas más pasaderas. Los familiares más cercanos a los campaneros empezaron a acompañarlos, comiendo y bebiendo con ellos. El ágape tenía un sentido simbólico de comunión con las almas de los difuntos.
Las propiedades de la castaña son muchas. Se trata de un fruto rico en vitaminas y con un alto valor energético. Su contenido en proteínas y grasas es muy inferior al resto de frutos secos. El boniato destaca por la vitamina A, que preserva el sistema inmunológico, especialmente en los niños, protegiéndolos de enfermedades como el sarampión, la malaria, diarreas e incluso la ceguera. Los panellets, estos dulces tan típicos catalanes, contienen un alto valor nutritivo y energético debido a sus ingredientes: almendras, azúcar, huevos, piñones, entre otros.
Fotografía: www.gencat.cat