El Gran Teatro del Liceo es uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de Barcelona y con sus 150 años de existencia se ha convertido en uno de los teatros de ópera más bien considerados del mundo. Durante décadas ha sido un símbolo cultural y artístico así como el punto de encuentro de la aristocracia y la burguesía catalanas. Creado en 1847, el Liceo está ubicado a la mítica Rambla de Barcelona y cada año acoge los artistas de más renombre a nivel internacional.
El primer edificio se inauguró el 4 de abril de 1847 y su construcción se encargó al arquitecto Miquel Chaparral y Roca, que contó con la ayuda de Josep Oriol Mestres. Para financiar el proyecto se creó la Sociedad del Gran Teatro del Liceo, los miembros de la cual tenían acciones mercantiles, es decir, poseían buena parte de los palcos y butacas del futuro teatro. Después de encargar la gestión del teatro a empresas concesionarias, finalmente en 1980 el primer gobierno de la Generalitat de Cataluña, creó, junto con el Ayuntamiento de Barcelona y la Sociedad del Gran Teatro del Liceo, el Consorcio del Gran Teatro del Liceo para que se encargara de la gestión y la explotación.
Desgraciadamente, el 31 de enero del 1994 se produjo un incendio que obligó a reconstruir buena parte del edificio. Antes, pero, se decidió dar un nuevo enfoque jurídico de cara a su titularidad pública y se creó la Fundación del Gran Teatro del Liceo (1994). De este modo, la Sociedad del Gran Teatro del Liceo hizo la cesión de la propiedad a las administraciones públicas (cesión ratificada el 1997).
El nuevo edificio, se reconstruyó a partir del proyecto de Reforma y Ampliación que Ignasi de Solà-Morales había presentado en 1986. El objetivo era que estéticamente fuera como el anterior pero ahora dotado con una infraestructura técnica más avanzada y sería ampliado con los solares vecinos de la Rambla. Finalmente, el Gran Teatro del Liceo tal y como lo conocemos hoy en día, reabrió sus puertas el 7 de octubre del 1999.
Texto: Mar Mampel