Al llegar las lluvias del otoño, los bosques catalanes se llenan de setas y boletaires. Cataluña posee una enraizada tradición lúdico-cultural, en la que los boletaires pasean, buscan, recogen y dejan las apreciadas setas en sus cestos, tanto para consumo propio, para regalarlos, como para venderlos.
Cataluña tiene una gran tradición micófila. Se come setas, se conocen diversas maneras de cocinarlos, se los distingue y se recogen. Este fenómeno boletaire, que no para de crecer, ha originado un impulso económico importante, ya sea en la proliferación de restaurantes, casas rurales, o en ferias y mercados de setas.
Muchas especies de setas son comestibles y se utilizan tradicionalmente en la gastronomía catalana. De hecho, las setas son ingredientes imprescindibles en la preparación de muchos platos catalanes y en algunos son el componente principal, o incluso, el único. No obstante, muchas otras especies son venenosas y pueden provocar lesiones graves o incluso la muerte. Otras, se han empleado tradicionalmente con fines medicinales o terapéuticos. También existen setas con propiedades psicotrópicas. Es probable que la frase hecha catalana “estar tocat del bolet”, que significa que alguien se comporta de manera inusual y con poca cordura, se originase de una situación en la que alguien cató y fue influido por alguno de estas setas con propiedades alucinógenas.
Fotografía: www.gencat.cat